27/01/202126/09/2021
Miquel Barceló
Metamorfosis
La exposición Miquel Barceló. Metamorfosis toma su nombre del célebre relato de Franz Kafka publicado en 1915 y presenta cerca de cien obras realizadas entre 2014 y 2020. Tras más de una década de ausencia en Málaga el artista reúne en exclusiva una selección de obras realizadas en los últimos años: treinta cerámicas, trece pinturas, cuarenta y dos acuarelas, seis cuadernos de viaje y una pequeña escultura; así como una instalación compuesta por siete bronces de gran tamaño que se ha instalado en el patio central del museo.
La mutación, la movilidad y la transición son algunas características propias en la obra del artista mallorquín, cuyo mundo creativo verifica una permanente metamorfosis desde el principio de su trayectoria. El paso del tiempo y la alquimia de los materiales destacan como elementos del hilo conductor de esta muestra que cuenta con la colaboración de Fundación “la Caixa”.
La exposición Miquel Barceló. Metamorfosis, comisariada por Enrique Juncosa, pone la atención en la condición cultural trashumante del artista, a la vez que supone un planteamiento crítico de la creación entendida como proyecto de progreso ilimitado: cada una de sus obras nos lleva a otra, en un proceso de reinvención cíclica. Partiendo de la realidad que mira, vive, lee e imagina las representaciones incluyen matices sociológicos o ecológicos, al mismo tiempo que expresan una apasionada vida interior. Su obra ha sido expuesta en prestigiosas instituciones de todo el mundo como el Museo de Prado, Madrid; el Musée du Louvre, Paris; o la Galleria Nazionale d’Arte Moderna, Roma, entre otras.
El papel de la cerámica
Al igual que para Pablo Picasso, también para Barceló la cerámica, la pintura o el dibujo son variaciones, experimentos de un todo: “Cada obra es experimental, cada obra es un ensayo para otra, que no existirá probablemente jamás, y eso creo que es tan válido para mi pintura como para mi cerámica o para cualquier cosa que salga de mi mano”. Afirma el mallorquín que lo que ha recibido de Picasso es “una especie de influencia genérica, una manera de relacionarse con la vida, una forma de estar en el mundo”. La reanudación constante de la búsqueda, la versatilidad en la exploración de nuevos soportes, la interrelación entre diversas técnicas y periodos artísticos, una manera de trabajar incesante y vertiginosa, la riqueza cromática, el discurso con la gran tradición, la fascinación por la mitología y el simbolismo arcaico de la tauromaquia o las ilustraciones de libros, hermanan de alguna manera a estos dos artistas españoles, tan cosmopolitas como hijos del Mediterráneo, artífices de un arte tan primitivo como irresistiblemente moderno.
Un artista trashumante
Miquel Barceló (Felanich, Baleares, 8 de enero de 1957), uno de los artistas españoles de su generación con mayor proyección y reconocimiento internacional, se dio a conocer en el contexto de la eclosión de la pictórica figurativa de los años 80. En su adolescencia viaja a París, ciudad que le provoca tal impacto artístico que ese mismo año comienza a asistir a clases de dibujo y modelado en la Escuela de Artes Decorativas de Palma de Mallorca. Poco después ingresa en la Escuela de Bellas Artes Sant Jordi de Barcelona, a donde acude solamente unos meses antes de continuar con una formación autodidacta. En plena juventud, su participación en la Bienal de Sâo Paulo (1981) y en la Documenta de Kassel VII (1982) lo proyectan a la escena artística internacional, momento en el que museos y galerías del mundo empiezan a interesarse por su obra. En los próximos años será galardonado con importantes reconocimientos, como el Premio Nacional de Artes Plásticas (1986) y el Premio Príncipe de Asturias de las Artes (2003). En 2007 presenta el extraordinario retablo cerámico en la catedral de Palma de Mallorca, en el que recrea el milagro de los panes y los peces. Y a finales de 2008 se hace mundialmente conocido por la cúpula de la Sala de los Derechos Humanos y de la Alianza de Civilizaciones del Palacio de las Naciones Unidas de Ginebra, en la que representó magistralmente un gran océano mediante miles de estalactitas marinas.
Miquel Barceló es portador de una enorme vitalidad allí donde se encuentre, ya sea África, América Latina, Japón, Nepal, París o Mallorca, su isla natal. Hace suyos los lugares en los que planta su estudio, y alimenta allí su inspiración con luz, polvo, aire, tierra, agua e incluso con lo que hacen otros artistas de la zona. Lleva consigo la gran tradición pictórica europea, de la que se nutre. Dotado de una formidable fuerza creativa, su trabajo incorpora numerosos y muy variados referentes culturales: la pintura barroca, el expresionismo abstracto norteamericano, el arte povera italiano, el art brut; y artistas como Caravaggio , Velázquez, Rembrandt, Goya, Paul Klee, Jan Dubuffet, Pablo Picasso, Joan Miró o Antoni Tàpies, son algunas de las influencias que Barceló ha transfigurado, con una desbordante imaginación, en una formidable síntesis personal de densa presencia matérica e inmensa riqueza plástica.
Utiliza gran variedad de materiales, a veces poco ortodoxos, tanto orgánicos como inorgánicos. Barceló ha incorporado a su obra algas, alimentos, leche, lejía, huevos o sangre. Ha ahumado cuadros, dibujado sobre papeles comidos por las termitas o pintado sobre lienzos abultados o cortados con sierra eléctrica. La compenetración táctil con esas materias con las que trabaja – ya sea arcilla, tintes, cortezas o pigmentos- denotan su gran pasión por la naturaleza. Peces, pulpos, arboles, cabras…posee Barceló un repertorio de recursos iconográficos propios que lo identifican.
Recorriendo la exposición
El Museo Picasso Málaga presenta cerámicas, pinturas, acuarelas, cuadernos de artista y obras de técnica mixta sobre corteza de morera y esculturas de bronce. El aspecto central lo constituye una selección de treinta cerámicas que se caracterizan por su sofisticada rudeza, presentando formas laceradas, fragmentadas y agujereadas, en las que aparecen elementos figurativos que se refieren a plantas y seres acuáticos, sugiriendo lenguas, pétalos, aletas u hojas, y pudiendo tener, en ocasiones, rasgos antropomórficos. En su conjunto, este grupo que se expone en el Museo Picasso Málaga resume los intereses de un artista que, sin abandonar la pintura, ha explorado las posibilidades formales y conceptuales de la cerámica. Estas creaciones de arcilla, han nacido en su estudio taller de Vilafranca de Bonany (Mallorca). Como también los Tótems, una nueva serie de cerámicas de gran formato realizadas a partir de bloques superpuestos, que evocan la arquitectura clásica, deidades y personajes mitológicos de una desconocida civilización.
Miquel Barceló. Metamorfosis exhibe asimismo recientes pinturas de gran formato, como unos paisajes nocturnos, azules y negros, con tormentosos cielos de plenilunio, en los que resuenan movimiento y luz. Asimismo, se exhibe un autorretrato de aspecto carbonizado, resultado de arañar una superficie negra, y pinturas con relieves de animales que aluden a las pinturas rupestres, que testimonian que para Barceló la prehistoria es tan moderna como cualquier otra época de la historia del arte.
Ávido lector, notable escritor y conocedor de las grandes obras de la literatura universal, la exposición incluye como material de consulta los originales libros ilustrados, como el Fausto de Johann Wolfgang von Goethe y la Divina comedia de Dante Alighieri que ha ilustrado para Galaxia Gutenberg o La métamorphose de Franz Kafka, que ha hecho para la editorial francesa Gallimard. Precisamente, una serie de quince aguadas que el mallorquín ha creado sobre este relato de un humano que se transforma en insecto, se exponen junto a otras dos series coetáneas de acuarelas realizadas en Tailandia y en la India, países que ha visitado con frecuencia en los dos últimos años, cuyo vibrante cromatismo nos transporta a un particular universo idealizado de mitos y leyendas. Estos trabajos muestran personajes, ora del reino animal, ora del vegetal, con los que el espectador vuelve a percibir la seducción de la mutación. Una selección de seis cuadernos de viajes, resultado de los periplos asiáticos del artista, también pueden ser vistos en esta muestra que cuenta con la colaboración de Fundación “la Caixa”.
Un conjunto escultórico de siete bronces de gran formato, que representan varias cerillas usadas y retorcidas tras haber sido consumidas por el fuego, se ha instalado en el patio renacentista del Museo Picasso Málaga, al igual que se ha hecho en anteriores exposiciones con obras de Louise Bourgeois, Bruce Nauman, Alexander Calder o James Turrell. Será ésta la tercera vez, tras la exposición de Prince en el año 2012 y James Turrell en 2020, que el Museo Picasso Málaga dedica una exposición a artista vivo contemporáneo.